miércoles, 23 de diciembre de 2009

La mala educación, o la generación "ni - ni" y la desmotivación sobre todas las cosas...

Hace unos meses, la OCDE ha publicado el Informe 2009 sobre el Panorama de la Educación. Tras las noticias publicadas al respecto, y haberlo leído con detenimiento puedo atreverme a decir eso de: “Ya lo sabía”. Resulta que la crisis económica ha descubierto, en el subsuelo de la sociedad, un fenómeno que no ha surgido de la nada y que tampoco se ha fraguado de un día para otro: la desmotivación, la falta de estímulo, la carencia de aspiraciones, pero sobre todo, el conformismo y el “total, PA qué”. En el informe de la OCDE, en el cual por cierto y como viene siendo costumbre, España sale muy mal parada, se recoge que más del 20% de los jóvenes entre 16 y 30, ni estudian ni trabajan. Obviando las consecuencias más inmediatas de este asunto: problemas con la tasa de reemplazo, por ejemplo, quiero centrarme en las causas que considero principales responsables y que han colaborado a que se produzca esta situación, una profunda crisis de valores y un no saber hacia donde vamos. Pero vayamos por partes. Hablamos de dos generaciones. Por un lado, la generación de nuestros padres; esa que emigró del pueblo, en la mayoría de los casos, que pudo (o no) obtener formación universitaria gracias a una beca, y que en la actualidad tienen más de 50 años. Se trata de una generación para la cual, prosperar y tener una mejor calidad de vida que la que tuvieron sus padres, era una prioridad, que con esfuerzo y mucho trabajo, en la actualidad disfrutan de una merecida estabilidad económica, que les permite realizar un viajecito de vez en cuando. En la mayoría de estos casos, estas personas fueron criadas o educadas dentro de márgenes muy estrictos de disciplina, responsabilidad, moralidad y asunción de obligaciones. Es por esto que muchas veces se escucha esa típica frase de: “no es lo mismo los 20 años de ahora, que los 20 años de hace 20 años”. Por otro lado, hablamos de “nuestra” generación: de la generación X, de los JASP o como queramos llamarlos. Y de cómo es facilísimo ir de extremo a extremo. Me explico. Muchos padres, criados con gran autoridad y en el seno de familias con conceptos muy rígidos, decidieron educar a sus hijos de una manera diferente. Esta manera implicaba la negociación y las decisiones democráticas, el razonamiento y sobre todo, la ausencia de castigo físico. Pero digo “implicaba” porque no es ésta la forma más común de estilo de crianza de aquélla generación, sino una desvirtuación de la misma. Esto es la no determinación de límites, la invisibilidad de la autoridad (desplazada a ser calificativo poco más o menos que de Hitler, en lugar de observarse como un instrumento para construir), la falta de respeto continuado, o lo que se ha venido en llamar el síndrome del emperador (“el mundo a sus pies”), el “te doy todo lo que quieras porque yo no lo tuve”, la sobreprotección llevada al extremo y la máxima de “mi niño es el mejor”. Por supuesto, esto no fue así en todos los casos (honrosas excepciones entre las cuales me incluyo, modestia aparte), pero seguro que con estas líneas os vienen a la mente ejemplos muy claros de lo que estoy diciendo. Anécdotas mil existen comparando una generación con otra, sobre todo en el ámbito educativo, y ahí voy dentro de un momento. Recuerdo cuando era pequeña, estando en el colegio, participando en alguna “trastada” de la cual se me hacía responsable frente a mis padres, que cuando acudían a descubrir el entuerto, no dudaban en decirme aquello de “¿en qué lío te has metido ahora?” con tonillo de retintín y brazos en jarras, por supuesto, le daban la razón a la “seño”, que por supuesto te había echado ya previamente la bronca de rigor, añadiendo la manida frase de “es que es de un revoltoso”. Por supuesto tras esto, venía el castigo en casa, en el cole, y en todas partes, porque el castigo era, por definición, omnipresente, y era definido en términos de “días sin salir a jugar a la calle”. Solía prolongarse entre una semana y varios meses, aunque rara vez superaba los cuatro días, pero menudos cuatro días, mirando por el balcón como se lo pasaban de bien los demás, y yo con el bocata de nocilla y la cara de pena. Hace algunas semanas, mis queridos vecinos, de entre 8 y 12 años, descubrieron que “es divertido” llamar al portero automático y salir corriendo. Una vez, pase, dos, es cosa de niños, tres, ya empieza a ser un incordio, y cuatro, demuestro mi inteligencia superior no volviendo al sofá con mi lectura, eligiendo permanecer, acechante, detrás de la puerta esperando la quinta. Tremendo susto, niños gritando y con cara de susto ante una simple pregunta: ¿puedo ayudaros en algo? El paso siguiente fue acompañarlos de la mano a su casa y contarle a su madre lo que había ocurrido, más que nada, para compartir con ella el ingenio de sus vástagos. “Mis niños no han sido, seguro que han sido otros, porque ellos no hacen esas cosas”. Sin palabras. En la misma situación mi santa madre me hubiera retorcido la oreja guiándome hasta mi habitación, para que pensara sobre lo que había hecho, después de pedirle disculpas a la vecina e invitarla a tomar un café con pastas, para discutir a ver qué chiquillo era más “conflictivo” o recordar la última situación en la cual se habían puesto coloradas por nuestra “culpa”. Recurrir al tópico de “cualquier tiempo pasado fue mejor”, no es para nada mi estilo, pero sí reconozco que hay cosas de aquella época que son para echar de menos. A todo esto, quiero destacar algo que antes he pasado por encima, pero que no quiero que se quede en el tintero. La sobreprotección de los papás y las mamás con sus hijos/as provoca un efecto perverso: convierte a niños de 10 años en personitas de 5 años, y así sucesivamente. Y con esto nos encontramos con “niños/as” de 22 o 23 años que se comportan como si tuvieran 15, viven en el reino de Peter Pan, y reciben su “paga” semanal. “Niños/as” que disfrutan de un estilo de vida elevado (clase media, media – alta en la mayoría de los casos) y a los cuales se les permite ser los “reyes” de la casa, amén del incremento de las agresiones de estos “angelitos” a sus madres y padres, y las denuncias a la policía. Si añadimos además la falta de motivación para acudir a los centros escolares (de cada vez niveles educativos más bajos, y bajando) y las dificultades posteriores para encontrar un empleo, la ecuación está clara, al menos para ellos: “a vivir del cuento”. Como les dejan, es posible prolongar situaciones de fracaso escolar hasta bien entrados los “veintimuchos” y no tener capacidad para tomar una decisión. No hay objetivos definidos, y el miedo a tomar decisiones es común denominador en una juventud que en lugar de exigir, reivindicar, aspirar cada vez a más, y querer ser “mejor” que sus padres, se encuentran absortos en el mundo televisivo, en la inseguridad mental y física, en el fin que siempre justifica los medios, en el recibir y no dar, en la falta de compromiso y el hastío de creer que ya se sabe todo, el cansancio de no hacer nada, el no tener interés y el aburrimiento crónico. Porque todo ya está inventado. En la mayoría de los casos, son los padres/madres quienes hartos ya de esta situación deciden por ellos, y esto mismo les convierte, casi con seguridad, en personas infelices a causa de su propia incapacidad para llevar las riendas de sus vidas. Otros hay, que reaccionan y encarrilan sus vidas en trabajos poco cualificados y con escasa remuneración, amén de relaciones personales vacías y superficiales, que terminan por minar su ya maltrecha autoestima, y justifican lo injustificable con actitudes depresivas causadas exclusivamente por la propia negación del “yo” y por un preocupante sentimiento de inferioridad. Personas infelices que transmiten infelicidad y falta de fe en el ser humano y en sus capacidades, que difícilmente mostrarán interés por algo o por alguien, y cuyo rostro es fiel reflejo del desánimo y la mala energía. Los últimos, los menos, somos los/las que nos sentimos “sobradamente preparados/as” para lo que pueda acontecer, porque estamos seguros/as de nosotros/as mismos/as y somos plenamente conscientes de todo lo que nos queda por hacer, vivir, crecer, aprender, soñar, reír, amar, llorar, enseñar... Porque no todos somos iguales, afortunadamente. Si queréis saber más:

martes, 22 de diciembre de 2009

El coltán, o la nueva explotación de recursos...

“Quien controle el coltán, controlará el mundo”. Alberto Vázquez Figueroa.
Para hablar de esta cuestión, lo mejor es tirar de números: - 15 años de guerra. - 750.000 personas desplazadas. - 1.300.000 niños con malnutrición. - 5 millones de muertos. El coltán, ese gran desconocido, aunque cada vez menos, resulta que tiene una serie de propiedades que le hacen ser muy especial: no se oxida con facilidad, es un buen conductor de electricidad y soporta las altas temperaturas, lo que le convierte en un elemento fundamental para la industria bélica, para el desarrollo de las telecomunicaciones y también para la medicina "de última generación". Además de todas estas propiedades, se trata de un bien escaso (por lo tanto de un bien codiciado y con valor económico) y que, casualmente, se encuentra mayoritariamente en una zona geográfica sacudida por una guerra detrás de otra. Hablo del Congo. Un país que algunos no son capaces de situar en el mapa, pero que no por ello deja de existir, de tener problemáticas y de requerir la atención de la comunidad internacional. En este país, donde el conflicto étnico es el "pan nuestro de cada día" se suman otros factores que hacen que la situación para los refugiados desplazados de su territorio sea insostenible. Esos factores son: - no contar con un estado (en el amplio término de la palabra) de derecho, que garantice los derechos y libertades de sus ciudadanos. - ser el territorio que alberga el 80% de las reservas mundiales de mineral de coltán. Ambos factores combinados tienen como consecuencia que la explotación de los recursos naturales, el coltán en este caso, no beneficien a las poblaciones locales, debido principalmente a la corrupción, instalada en todos y cada uno de los estamentos sociales, a la falta de escrúpulos de las grandes multinacionales (que no se preguntan si el mineral ha sido obtenido de manera legal o fraudulenta) y al desinterés por parte de la comunidad internacional y la falta de intervención de mano de la ONU (esa institución que todos financiamos pero que no tengo nada claro a qué intereses responde). Y volvemos a la misma cuestión de siempre: tengo recursos que podrían hacerme rico, pero no puedo comerciar con ellos, y a cambio recibo el programa de alimentos. Insisto, el día que los damnificados por estas prácticas poco responsables y nada éticas se levanten para escapar de la desesperación, volveremos a los palos y piedras.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Mujeres de hoy en día, o la evolución personal y cada uno de sus grados...

Sábado Noche. 21h.
Un día como otro cualquiera, salvo por una excepción: reunión de mujeres de armas tomar.

Todas, con millones de cosas en común, y no sólo el género: aspiraciones, objetivos en la vida, pesadillas recurrentes, desavenencias con el sexo débil, viajes por realizar, pero sobre todo, sueños por cumplir. Mujeres trabajadoras y responsables, comprometidas y obstinadas, ambiciosas y dulces, tenaces y cariñosas, enamoradizas (en distintos grados) y desencatadas, sensibles y robustas, vulnerables... y dueñas de sí mismas. Todas tan distintas, pero tan iguales, y con tantas cosas que aportar. Cada una con sus lios y con sus miedos, pero dispuestas cada día a poner la mejor de las sonrisas. Profesoras, trabajadoras sociales, abogadas, psicólogas, encargadas de tienda, estadísticas, ayudantes de gimnasio, clientas misteriosas y demás, y todas ellas liberales y liberadas. Millones de temas de conversación, tantos que no sabemos nunca por donde empezar: que si la educación en los institutos, que si los niños vienen muy mal, que si el jefe tiene malas pulgas de lunes a domingo, que si mamá y papá ya no se aguantan y se quieren separar, que si me caso o no me caso, que si píldora o anillo, que si semirrealista o stubbie, que si no se qué ponerme porque no me siento bonita, que si el libro de Ángeles Caso merece el Planeta, que si vaya con Zapatero que nos quiere subir impuestos, que si vaya con Rajoy que no sabe mandar, que si Rosa Díez es más chula que un ocho y Cayo Lara se siente solo, que si el chocolate es el peor enemigo en un día poco afortunado... Que sí, que sí!!! De la ética y de la estética, pues también, claro... Alguna casada (o amontonada), alguna soltera, alguna decepcionada, pero todas in love de la vida y sus pequeñas cosas...

Y con la sobremesa, pues llegan las conversaciones profundas: Gibson o Clooney, Pitt o Depp... Porque un poco de frivolidad nunca mató a nadie, ni estuvo prohibido por ley.

Gracias chicas, porque por vosotras cada día soy mejor persona...

martes, 15 de diciembre de 2009

Aminetu y el resbalón de Moratinos, o de como España mira para otro lado y Marruecos se frota las manos...

"Tanto va el cántaro a la fuente, que se acaba rompiendo"
Estas sabias palabras del refranero castellano (o español) vienen que ni pintadas para la situación que ha saltado de nuevo a los medios estas últimas semanas. Y el caso es que ahora "salta", pero lleva ahí, manifiestamente latente, muchos tiempo. Demasiados años llevamos ya con la historia a cuestas. Y es que España nunca ha tenido claras muchas cosas, pero en lo que se refiere a sus relaciones internacionales, en general, y el asunto del Sáhara Occidental, en particular, menos todavía. Las relaciones internacionales per sé, implican un posicionamiento, una elección entre dos alternativas. Alternativas que hay que evaluar, y que medir sus consecuencias, tanto para lo bueno como para lo malo que de ellas pueda derivarse. España siempre ha confundido las relaciones exteriores con el derecho internacional. Me explico: éste último se refiere a "cómo deberían de ser las cosas" o el margen entre el cual deben moverse las relaciones internacionales, pero no corresponde a una política internacional en sí misma. El caso español es paradigmático en este ámbito, siendo un claro ejemplo del "no posicionamiento", de vivir en los "mundos de Yupi" y de pensar en cómo las cosas deberían ser, en lugar de verlas tal y como son.
Un ejemplo: hace 40 años, las relaciones exteriores españolas con el mundo árabe (Argelia, Egipto, Jordania..) se encontraban con buena salud, cosa que cambió radicalmente con el reconocimiento del estado de Israel (porque todo posicionamiento implica una renuncia), y todo porque preferimos estar del lado de "los fuertes", lo que concluyó con la entrada en la UE (porque las relaciones exteriores son también "lo que puedo sacar de mis amigos"). Desde el mandato de la ONU que obliga a un referendum en el caso del Sáhara Occidental, el papel de España se caracteriza por la omisión frente a la acción, y a la timidez frente a la determinación. Durante este tiempo (porque la historia es lo que tiene, que las cosas confluyen), y sobre todo desde el año 1975, Marruecos fortalece sus relaciones con Francia, en el eje europeo, y con USA, en el eje atlántico, manteniendo sus pretensiones sobre el Sáhara Occidental, al contrario que en el caso de Mauritania, que se quita de enmedio, porque son más los "contras" que los "pros". Y yo me pregunto: aparte de las pretensiones de Marruecos, de que España "no se decida a decidirse", ¿es que vamos a seguir haciendo "nada"? ¿Acaso no está claro que esta "política" no ha conducido a una solución del problema? ¿No es hora ya de "poner pie en pared" o de remangarse para empezar a "construir" en lugar de mirar hacia otro lado? La responsabilidad moral de España es clara, pero aún podemos hacer "algo", antes de que el problema vaya a más (que todavía es posible, aunque parezca increible). Y justo con esta idea en la cabeza, cuando ya imagino una cumbre hispanomarroquí, cuando nos veo como interlocutores directos con USA y Francia, exponiendo frente a Marruecos la necesidad de que deponga su actitud, cuando parece que los derechos humanos empiezan a prevalecer sobre los intereses nacionales, y se puede empezar a ver la luz al final del túnel.. en ese preciso momento, resulta que el asunto "salta" otra vez en la radio, anunciando la aparición en escena de USA, en la persona de Hillary (porque realmente la situación podía empeorar, y vamos si lo ha hecho). Y a mí va y me entra el "canguelo". Y trato de ver más allá, de valorar la cuestión con amplitud (eso que hacen los ministros de exteriores, o al menos algunos de ellos) y pienso (luego existo, que diría aquel): en la soledad del Frente Polisario, en los disidentes políticos (como Aminetu), en la deportación encubierta, en el "coladero" que es España cuando interesa a "algunos" (porque sin pasaporte no suelen dejarte viajar), en los miles de refugiados de Tindouf, en Moratinos y su amistad con el Rey de Marruecos, en USA o Hillary como mediador en el conflicto, en la imagen de España en el extranjero, en las minas de fosfato y en los bancos de pesca, en los intereses de propios y extraños.. y en que siempre, los principales perjudicados son los más vulnerables. Y ahora, tirando de pesimismo prestado de un viejo amigo, no puedo evitar pensar en USA y Francia junto a Marruecos, proveyéndole de "material" para finalmente conseguir su objetivo: el exterminio del pueblo saharaui. Y la pregunta es: ¿qué haremos nosotros?

martes, 8 de diciembre de 2009

Las vacas que se ríen de nosotros, o de las vacas conquistadoras..

Cuando, en segundo de carrera, estudiando estructura social y estratificación, descubrí a James Petras, mi primera opinión sobre él fue más bien negativa. Alguien que piensa que la cooperación para el desarrollo impide el desarrollo me resultaba insolidario e irresponsable, a la par que contradictorio.
El caso es que mi opinión fue cambiando, y tras devorar su libro "Capitalismo, socialismo y crisis mundial" (1984) resultó que somos almas gemelas, sociológicamente hablando.
En la actualidad, mantengo intactos mis criterios, que se renuevan con convencimiento cuando veo lo que sucede a mi alrededor. Un claro ejemplo de ello es el vídeo que aparece a continuación. Para aquéllos a los que interese el tema, se trata de un documental muy revelador sobre la verdadera política europea en materia de agricultura, mostrando la situación de los campesinos en los países del tercer mundo. La globalización trae consigo "efectos mariposa" que o bien no interesa mostrar o bien, como los perjudicados son otros, no tiene mayor importancia.
Aranceles de un 140% frente a ayudas para el desarrollo de un cuarto de sus pérdidas. Limosna frente a productividad, capacidad para salir adelante con el trabajo rentable, independencia y autonomía para decidir. Y el caso es que el problema no es del capitalismo, sino de la economía planificada, que es como se llama esta situación. Per Pindstrup lo explica muy bien en el documental, como se ha construido la política agraria común desde el proteccionismo más absoluto (comparable con la unión soviética), y como esta situación desemboca en otros problemas como el hambre, la pobreza extrema y la única salida a la misma, la inmigración. Porque, como muy bien dice: "no importa la altura de las vallas cuando detrás hay hambre".

http://www.documentalesonlinegratis.com/search/label/La%20poderosa%20agricultura%20europea

Disfrutadlo porque merece la pena.. Saluditos