domingo, 21 de marzo de 2010

La interrupción voluntaria del embarazo, o las elecciones que marcan para toda la vida... Segunda parte.

Resulta que es imprescindible conocer los condicionantes que empujan a las personas a tomar algunas decisiones difíciles. Don Rafael nos dijo siempre que a veces hay aspectos externos que influyen a la hora de realizar una elección, y que muchas veces, el individuo no se siente con libertad para afrontar su decisión.
Ponía el caso de una adolescente, que habia sido víctima de una violación y de cómo la ley le daba opción a poner fin a ese embarazo. ¿Qué os parece? ¿Estaría mal llevarlo a cabo?
Este tipo de situaciones específicas hacen pensar que quizá lo que no estuvo bien desde el inicio, no debe continuar adelante. Pero, ¿quien ha de juzgar eso y bajo qué criterios? Me explico, en los casos que se han contemplado desde hace años como "despenalizados", esos cuatro supuestos, creo que no hay duda alguna de que si en algún momento ocurren, una de las opciones sea la interrupción voluntaria. Creo que en lo que a esto se refiere no hay, o eso pienso yo, discrepancia alguna.
Pero, que ocurre con esos casos cada vez más habituales, descuidos e irresponsabilidades, que traen consigo un embarazo no deseado, ¿ha de plantearse la interrupción como una opción?
Hace algunas semanas terminé de leer un libro titulado "Cartas a un niño que nunca nació", escrito por una periodista italiana. Narra la vida de la protagonista, que embarazada, está dispuesta a llevarlo a buen término, a pesar de la incomprensión de su entorno. Finalmente, pierde el bebé que esperaba, por causas naturales, y el libro se centra en sus sentimientos ante esa pérdida y como va reordenando sus ideas para poder superarlo, junto a diálogos dirigidos a esa vida que ya no está. Estremecedor. Era invierno todavía cuando mi mejor amiga me comunicó que estaba esperando un bebé. Pasó de la sorpresa a la emoción, ternura y esperanza en cuestión de un par de días. Miedo, claro. A lo desconocido es normal tenerle miedo. Aproximadamente a las dos semanas tuvo un aborto espontáneo. Su cuerpo no estaba preparado para tantos sentimientos.
He leido la ley, detenidamente. Para ver qué cambios incorporaba, aparte del evidente. Y no soy capaz de posicionarme. Entiendo que hay ocasiones en las que es muy duro tener que enfrentarse a determinadas consecuencias. Pero sé también que cuando uno corre riesgos ha de afrontar que las cosas salen a veces como uno no espera. También soy de las que piensan que una verdadera política familiar ofrece oportunidades (ayudas en el nacimiento, fomento del empleo para madres jóvenes, escuelas de padres, plazas de guardería), pero claro. Todo esto supone un coste elevado. Es más barato tomar otro tipo de medidas. Me viene además a la cabeza ahora la estadística, que sigue señalando que somos el país con la tasa de natalidad más baja de toda Europa. ¿Por qué no podemos ser como los suecos?
Sobre todo intento ponerme en su lugar. Comprender las motivaciones para entender una y otra decisión. Y no me siento capaz de juzgar a nadie. Sé lo que yo haría, o creo saberlo. Pero también es fácil no habiendo estado nunca en esa situación.
Por cierto, mi mejor amiga esta de nuevo embarazada. Está radiante, con una luz especial en la mirada. Afronta el futuro con esperanza y se prepara para su nueva vida. Una nueva etapa que empieza...

La interrupción voluntaria del embarazo, o las elecciones que marcan para toda la vida... Primera parte.

Fui a un colegio público. Un colegio de barrio, con mucha gente de distinta condición: hijos de la banca, de las profesiones liberales, de amas de casa, de mujeres separadas, de padres solteros y viudos, de vendedores ambulantes, de pequeños comercios... En el patio, cuando salíamos al recreo, lo único que nos diferenciaba era el tipo de juego al que éramos aficionados: los niños solían jugar al futbol, aunque alguna vez que otra hacíamos partidos de chicos contra chicas y les dábamos unas palizas monumentales; las niñas, pues depende, a veces al "pañuelito", otras veces al beisbol (con el brazo haciendo de bate), y cuando Don Onofre nos dejaba, sacábamos las redes (que parecían más de pescador que para hacer deporte, imagino que consecuencia de la falta de financiación de la escuela pública) para jugar a voleibol (mi favorito), aunque esas veces eran las menos. Había que tener cuidado, porque robaban a menudo, y más de una vez y más de dos, recuerdo que nos dejaban sin porterías, una pena, vamos.
Estudié religión, como la gran mayoría de mis compañeros. De aquella eran muy pocos los que se declaraban (los padres) agnósticos, ateos y similar. Sólo recuerdo a un chico, de etnia gitana, cuyos padres eran testigos de Jehová, el cual salía de clase en cuanto entraba Don Rafael, el profesor de Religión. Don Rafael era un hombre de mediana edad, con el pelo canoso y que se quedaba calvo solo por la zona de la coronilla. El resto de los profesores solían decir, no con poca guasa, que a los "hombres santos" les pasaba eso, se les despejaba la cabeza sólo por esa zona. Era un hombre cercano, que además ocupaba el puesto de orientador. Siempre estaba en todos los saraos, en las reuniones de padres, mediando con las masas, en las celebraciones del día de Andalucía organizando las filas y las banderas, o en las fiestas de disfraces de final de curso, que siempre era el que llevaba el disfraz más original. Todas las madres (y padres), o la mayoría, le pedían consejo sobre qué hacer con los chiquillos, y debía de ser muy bueno, porque siempre daba en el clavo. Cuando había algún problema con el grupo de los revoltosos, el jefe de estudios, Don Elías, siempre contaba con él para determinar el castigo, creo que porque consideraba que él podía excederse y Don Rafael era una persona muy ecuánime.
En sus clases, aparte de historia de las religiones, de todas ellas, nos inició en el arte de la ética y la moral. Pero también en valores fundamentales de la convivencia humana: la justicia, su favorita, la libertad, la igualdad, y todo aquello que podía hacer mejor a las personas: la comprensión, la empatía, el respeto (porque jamás nos habló de tolerancia, odiaba esa palabra), la necesidad de escuchar a los demás... Nos hablaba de ideología, de como cada uno de nosotros debía comprender donde está la línea que separa "lo bueno" de "lo malo", de los peligros de las drogas (muchos de sus alumnos cayeron en ese mundo y el nunca dejó de visitarlos y de interesarse por ellos), de sexo, pero también de responsabilidad.
Algunos de los otros profesores tachaban sus métodos de poco ortodoxos, y sobre todo una de ellas, Doña Mati. Una señora muy chapada a la antigua (aunque daba clases de inglés, mu moderna ella), que protestaba cuando Don Rafael nos ponía alguna película o decidía dar la clase en el patio, porque hacia un tiempo "extraordinario". Era esta una de sus palabras favoritas. Era un hombre que valoraba las pequeñas cosas, por eso hablo de él con admiración. En clase (o en el patio, cuando podíamos) siempre nos decía que todos y cada uno de nosotros éramos únicos, insustituibles, personas extraordinarias capaces de realizar cosas extraordinarias.
Solían ser los viernes, ya al final de la semana, cuando dedicábamos la clase a hablar sobre las cosas que ocurrían en el mundo, noticias que salían publicadas en los períodicos o algún cosa excepcional que nos pudiera interesar. Recuerdo sobre todo que era un maestro, pero con todas las letras. Uno de esos que es capaz de hacer que prestes atención a lo que está diciendo porque te envuelve con sus palabras y argumentaciones. Néstor, el chico más revoltoso de mi clase siempre decía que Don Rafael era capaz de vender un chubasquero a una pescadilla, y creo que si se hubiera visto en esa situación, la pescadilla habría salido con la prenda puesta de la tienda.
El caso es que en esos debates podíamos hablar de la pena de muerte, de la eutanasia, del aborto, del sida, de cualquier tema que estuviera de actualidad. Sin tabúes. Podías hacer las preguntas que te parecieran oportunas para aclarar tu postura, y dividiamos la clase en dos, los que estaban a favor o en contra, didáctica pura, vamos.
Un día, como otro cualquiera, empezó a hablarnos de la vida. De su inicio, de lo que significa el comienzo, el empezar, el aprender, el elegir, el tener que madurar, que enfrentarse a cosas a veces desagradables, y en la capacidad que nos vamos creando para tomar decisiones, a veces equivocadas. Empezó como uno de los juegos que a veces nos planteaba. Eran juegos que te obligaban a adoptar un principio sobre la vida y su concepción. Recuerdo uno en el cual había un grupo de unas doce personas (un niño, una niña ciega, una monja, un militar, una viuda, un hombre maduro, un científico, una abogada, un médico, un cura, un delincuente y una prostituta), un río y una barca que sólo podía cruzar tres veces, y la imposibilidad de combinar los niños con el delincuente, o la monja y la prostituta. Nos hizo una pregunta: ¿quién cree que se puede acabar con una vida? Néstor, el bandarra que me tiraba de la coleta en el recreo, dijo enseguida: "Pero eso no está bien, no? Eso es matar". Y ahí empezó la disertación, y como las cosas cambian según te vas metiendo en situación, y cómo ponerse en el lugar del otro, o de la otra, a veces es realmente complicado.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Los bonsais, o la búsqueda de un método de superación de crisis...

Por recomendación facultativa, y para superar mis problemillas con el estrés y la vuelta del acné a mi joven rostro, he realizado una inmersión en una pequeña afición. Las cosas casi siempre ocurren por casualidad (cada vez estoy más convencida de ello) y así lo he comprobado de nuevo.
Hace un par de semanas (o tres, no recuerdo bien) acudí a una exposición. Resulta que el Ayto. de Gines organizaba un encuentro de bonsais, y allá que fuimos. Y aluciné. Creo que nunca había visto árboles tan bonitos, y que parecieran tan naturales, a pesar de estar modelados por la mano del hombre. Es curioso como nos empeñamos en demostrar nuestro poder sobre todas las cosas.
Aquí os presento a mi primer bonsai (que salvo que se me muera) espero que no sea el último.

Se trata de un "Celtis sinensis" (facilito, para principiantes como una servidora). Espero que esté lleno de brotes en unas tres semanas. Ya os iré contando.

Incorporo el video del II Encuentro de Bonsais.

Los artesanos de la felicidad común, o cómo nada sucede si primero no lo sueñas...

Ayer, 16 de marzo, se celebró el día Internacional del Trabajo Social. Todos los que compartimos profesión y el convencimiento de que una sociedad mejor para todos es posible, recordamos los logros conseguidos y evaluamos lo que aún nos queda por recorrer, en un acto emotivo y con un significado especial.
Gracias a los que pudieron asistir y a los que no, también.
El Consejo General de Diplomados en Trabajo Social ha editado un vídeo para conmemorar sus 25 años.
Que lo disfrutéis!! Feliz día a todos!!

lunes, 1 de marzo de 2010

La prevención de riesgos y las medidas de contraconcepción, o como han cambiado las percepciones sobre salud sexual...

¿Os acordáis de aquello de “Póntelo, pónselo”?
Era yo pequeña (porque soy muy joven) cuando veía este anuncio en la tele, y no sabía bien si era una nueva marca de chicles o alguna cosa “para los mayores” porque cada vez que salía el anuncio, mis padres se ponían “un pelín” nerviosos.
Os hablo de los principios de los ochenta, época en la que ya habían empezado a aparecer en España los primeros casos de SIDA. Se tenía la idea, por aquel entonces, de que existían colectivos de riesgo (homosexuales, personas con toxicomanías) entre los cuales se producían el mayor número de contagios. Pues bien, el tiempo ha pasado y según se ha publicado en los medios recientemente, la percepción de los jóvenes con respecto a las relaciones de riesgo está bajo mínimos. ¿Por qué? A lo largo de estas líneas trataré de exponer mi visión sobre este asunto.
La utilización del preservativo, además de como medida contraceptiva, fue principalmente para “cortar” el alarmante número de contagios de SIDA, así como de otro tipo de infecciones no menos importantes: sífilis, gonorrea, clamidia, papiloma virus, hepatitis… 30 años después, el nivel de alarma ha bajado hasta mínimos históricos, debido principalmente a la falta de campañas efectivas que conciencien a los jóvenes de que “lo menos malo” (siempre hablando a nivel sanitario) que les puede ocurrir, es un embarazo no deseado (dedicaré un post completo a esta cuestión). Se trata de un problema prioritario en salud pública, pues como manifiesta la noticia, la principal preocupación de los jóvenes de entre 15 y 25 años es el embarazo no deseado (94,7% a las chicas y en un 86,5% a los chicos). Ahora ya no se habla de colectivos de riesgo, sino de “conductas de riesgo”, porque independientemente de orientaciones sexuales, son las prácticas en sí mismas las que elevan el nivel de riesgo de contagio. El 40% de los jóvenes en esa franja de edad reconoce no tomar precauciones habitualmente en sus relaciones íntimas, bien “porque no se siente tanto” o bien “porque no pasa nada, estamos sanos”. Se estima que el número de personas con “capacidad de contagiar” alguna de las enfermedades anteriormente descritas supera el 30% de la población, personas que no conocen su situación de “afectados” porque no desarrollan síntomas, pero que transmiten las enfermedades.
Frente a esto, se desvía la responsabilidad de la educación sexual de los jóvenes a los educadores en las escuelas e institutos, cuando, siempre desde mi modo de entender el mundo, son los padres de las criaturas los que deberían asumir (y en muchos casos, lo hacen encantados) la función primordial de educar a sus hijos. Si les enseñas a comportarse en público, a comer en la mesa con “los mayores”, a no interrumpir cuando los adultos están hablando, a ser respetuoso con los demás, a no decir groserías, o a limpiarse los dientes antes de irse a dormir, ¿por qué motivo “oculto” no vas a hacer lo mismo cuando se trate de hablar de sexo? Si se trata de algo “natural”, que forma parte de la biología misma, además de ser una práctica saludable, ¿por qué ese pudor a la hora de hablar de sexo?
Porque unos jóvenes bien informados, son unos jóvenes sanos…