Estas sabias palabras del refranero castellano (o español) vienen que ni pintadas para la situación que ha saltado de nuevo a los medios estas últimas semanas. Y el caso es que ahora "salta", pero lleva ahí, manifiestamente latente, muchos tiempo. Demasiados años llevamos ya con la historia a cuestas. Y es que España nunca ha tenido claras muchas cosas, pero en lo que se refiere a sus relaciones internacionales, en general, y el asunto del Sáhara Occidental, en particular, menos todavía.
Las relaciones internacionales per sé, implican un posicionamiento, una elección entre dos alternativas. Alternativas que hay que evaluar, y que medir sus consecuencias, tanto para lo bueno como para lo malo que de ellas pueda derivarse. España siempre ha confundido las relaciones exteriores con el derecho internacional. Me explico: éste último se refiere a "cómo deberían de ser las cosas" o el margen entre el cual deben moverse las relaciones internacionales, pero no corresponde a una política internacional en sí misma. El caso español es paradigmático en este ámbito, siendo un claro ejemplo del "no posicionamiento", de vivir en los "mundos de Yupi" y de pensar en cómo las cosas deberían ser, en lugar de verlas tal y como son.
Un ejemplo: hace 40 años, las relaciones exteriores españolas con el mundo árabe (Argelia, Egipto, Jordania..) se encontraban con buena salud, cosa que cambió radicalmente con el reconocimiento del estado de Israel (porque todo posicionamiento implica una renuncia), y todo porque preferimos estar del lado de "los fuertes", lo que concluyó con la entrada en la UE (porque las relaciones exteriores son también "lo que puedo sacar de mis amigos").
Desde el mandato de la ONU que obliga a un referendum en el caso del Sáhara Occidental, el papel de España se caracteriza por la omisión frente a la acción, y a la timidez frente a la determinación. Durante este tiempo (porque la historia es lo que tiene, que las cosas confluyen), y sobre todo desde el año 1975, Marruecos fortalece sus relaciones con Francia, en el eje europeo, y con USA, en el eje atlántico, manteniendo sus pretensiones sobre el Sáhara Occidental, al contrario que en el caso de Mauritania, que se quita de enmedio, porque son más los "contras" que los "pros".
Y yo me pregunto: aparte de las pretensiones de Marruecos, de que España "no se decida a decidirse", ¿es que vamos a seguir haciendo "nada"? ¿Acaso no está claro que esta "política" no ha conducido a una solución del problema? ¿No es hora ya de "poner pie en pared" o de remangarse para empezar a "construir" en lugar de mirar hacia otro lado?
La responsabilidad moral de España es clara, pero aún podemos hacer "algo", antes de que el problema vaya a más (que todavía es posible, aunque parezca increible).
Y justo con esta idea en la cabeza, cuando ya imagino una cumbre hispanomarroquí, cuando nos veo como interlocutores directos con USA y Francia, exponiendo frente a Marruecos la necesidad de que deponga su actitud, cuando parece que los derechos humanos empiezan a prevalecer sobre los intereses nacionales, y se puede empezar a ver la luz al final del túnel.. en ese preciso momento, resulta que el asunto "salta" otra vez en la radio, anunciando la aparición en escena de USA, en la persona de Hillary (porque realmente la situación podía empeorar, y vamos si lo ha hecho).
Y a mí va y me entra el "canguelo". Y trato de ver más allá, de valorar la cuestión con amplitud (eso que hacen los ministros de exteriores, o al menos algunos de ellos) y pienso (luego existo, que diría aquel): en la soledad del Frente Polisario, en los disidentes políticos (como Aminetu), en la deportación encubierta, en el "coladero" que es España cuando interesa a "algunos" (porque sin pasaporte no suelen dejarte viajar), en los miles de refugiados de Tindouf, en Moratinos y su amistad con el Rey de Marruecos, en USA o Hillary como mediador en el conflicto, en la imagen de España en el extranjero, en las minas de fosfato y en los bancos de pesca, en los intereses de propios y extraños..
y en que siempre, los principales perjudicados son los más vulnerables.
Y ahora, tirando de pesimismo prestado de un viejo amigo, no puedo evitar pensar en USA y Francia junto a Marruecos, proveyéndole de "material" para finalmente conseguir su objetivo: el exterminio del pueblo saharaui.
Y la pregunta es: ¿qué haremos nosotros?