martes, 22 de diciembre de 2009

El coltán, o la nueva explotación de recursos...

“Quien controle el coltán, controlará el mundo”. Alberto Vázquez Figueroa.
Para hablar de esta cuestión, lo mejor es tirar de números: - 15 años de guerra. - 750.000 personas desplazadas. - 1.300.000 niños con malnutrición. - 5 millones de muertos. El coltán, ese gran desconocido, aunque cada vez menos, resulta que tiene una serie de propiedades que le hacen ser muy especial: no se oxida con facilidad, es un buen conductor de electricidad y soporta las altas temperaturas, lo que le convierte en un elemento fundamental para la industria bélica, para el desarrollo de las telecomunicaciones y también para la medicina "de última generación". Además de todas estas propiedades, se trata de un bien escaso (por lo tanto de un bien codiciado y con valor económico) y que, casualmente, se encuentra mayoritariamente en una zona geográfica sacudida por una guerra detrás de otra. Hablo del Congo. Un país que algunos no son capaces de situar en el mapa, pero que no por ello deja de existir, de tener problemáticas y de requerir la atención de la comunidad internacional. En este país, donde el conflicto étnico es el "pan nuestro de cada día" se suman otros factores que hacen que la situación para los refugiados desplazados de su territorio sea insostenible. Esos factores son: - no contar con un estado (en el amplio término de la palabra) de derecho, que garantice los derechos y libertades de sus ciudadanos. - ser el territorio que alberga el 80% de las reservas mundiales de mineral de coltán. Ambos factores combinados tienen como consecuencia que la explotación de los recursos naturales, el coltán en este caso, no beneficien a las poblaciones locales, debido principalmente a la corrupción, instalada en todos y cada uno de los estamentos sociales, a la falta de escrúpulos de las grandes multinacionales (que no se preguntan si el mineral ha sido obtenido de manera legal o fraudulenta) y al desinterés por parte de la comunidad internacional y la falta de intervención de mano de la ONU (esa institución que todos financiamos pero que no tengo nada claro a qué intereses responde). Y volvemos a la misma cuestión de siempre: tengo recursos que podrían hacerme rico, pero no puedo comerciar con ellos, y a cambio recibo el programa de alimentos. Insisto, el día que los damnificados por estas prácticas poco responsables y nada éticas se levanten para escapar de la desesperación, volveremos a los palos y piedras.

1 comentario:

  1. Y a pesar de todo, el 90% de la gente no sabe lo que es... me viene a la mente una frase que me encanta:

    "El mayor logro del diablo fue convencer al mundo de que no existía"

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