viernes, 16 de julio de 2010

El día del exámen final, o el no traer hechos los deberes...

"Abordamos este debate sobre el estado de la Nación española en un momento muy delicado para España porque a la crisis económica, social y financiera -cuya profundidad es producto de la incapacidad de su Gobierno para enfrentarse a los problemas en tiempo y forma-, se superpone una profunda crisis política que constituye un peligroso hecho diferencial respecto de los países de nuestro entorno. Usted, Presidente, es el responsable de que durante los dos primeros años de esta legislatura no hayamos emprendido ninguna de las reformas estructurales que nuestro país necesita, desde la reforma del sistema financiero, hasta la reforma del mercado de trabajo pasando por la educación y la formación de nuestros jóvenes y de nuestros profesionales. Durante más de dos años, mientras miles de españoles perdían cada día su empleo usted seguía despilfarrando los escasos recursos en medidas populistas y regresivas. Pero lo peor de su gestión es que usted es responsable de la crisis política que sufre España. Usted ha tirado por la borda todo el esfuerzo de vertebración y consenso que supuso la Transición. Y lo ha hecho premeditadamente; porque usted decidió protagonizar una segunda transición pactando un nuevo modelo territorial del Estado con los partidos políticos que no creen en el Estado español ya que defienden que cada CCAA es una nación y por tanto un Estado. Desde aquella promesa que hizo a Maragall en el 2003, hasta su reunión con Artur Mas para salvar un proyecto de Estatut moribundo, pasando por el impulso a los llamados estatutos de segunda generación, todo su comportamiento político ha estado presidido por la irresponsabilidad y el afan de ruptura. Y lo más grave es que usted adoptó esa estrategia para negar a sus mayores (adanismo se llama eso) y para garantizarse las mayorías que le permitan gobernar sin tener ni un solo pacto de estado. Y, acercándonos a la actualidad, hay que ver el espectáculo que ustedes están protagonizando estos últimos días: el representante ordinario del Gobierno de España (que es del mismo partido que el del Gobierno de la Nación) convoca una manifestación contra el fallo del T. Constitucional, varios de sus Ministros muestran su comprensión olvidando que su principal obligación es hacer que se cumplan las leyes y afear la conducta a quien estimule el incumplimiento y el desacato y usted mismo promete a Montilla una relectura comprensiva. Y no me diga algo tan obvio como que la gente tiene derecho a manifestarse, porque no estamo hablando de eso. Hablamos de lo que ustedes están haciendo porque es tan grave que no tiene precedente en ningún país democrático del mundo. ¿Se imagina usted a Obama avalando al Gobernador de un Estado que llama al desacato de las sentencia del Supremo de los EEUU? ¿Se imagina usted a la canciller Merkel mostrando su complicidad con los convocantes de una manifestación por la independencia de uno de los landers de Alemania? Pues eso es lo que usted y su partido están haciendo en España. ¿Animaría usted a las empresas españolas a invertir en un país cuyo gobierno promueve el desacato a las leyes constitucionales? ¿Es usted consciente de la inseguridad jurídica que su actitud provoca? Ciertamente, es usted el Presidente que menos ha hecho por el crédito de España… Aunque usted lo desprecie, la unidad de la nación española es el instrumento imprescindible para garantizar la igualdad de todos los españoles ante la ley. No le estoy hablando de sentimientos sino de instrumentos políticos para garantizar los derechos fundamentales que proclama nuestra Constitución del 78. Porque una buena parte de los males que aquejan a nuestro país son consecuencia de un proceso de fragmentación del Estadoque ha dejado en manos de las CCAA la mayor parte del gasto público y unas competencias esenciales, lo que ha dado lugar a un gasto creciente e insostenible que pone en riesgo el mantenimiento de los servicios públicos fundamentales. La descentralización de más del 55% del gasto público sin ningún tipo de control sobre su eficiencia y su eficacia ha sido un generador de desigualdad que empeora la crisis económica y perjudica gravemente a los ciudadanos y al conjunto de la sociedad, particularmente a los que más necesitan de la protección del Estado. No hay solución a la crisis económica y de modelo productivo si no se reorganiza el marco competencial de las diferentes Administraciones Públicas y se aborda la reforma del modelo de Estado. Lo que está en quiebra en España es la política. Usted ha puesto tanto empeño en dividirnos, en destacar lo que nos diferencia a los vascos de los catalanes y a estos de los madrileños, y a estos de los andaluces…, que si su estrategia tuviera éxito liquidaría la comunidad política española. Usted ha puesto tanto énfasis en las particularidades que ha anulado del discurso político lo que nos une, la idea de España, la ciudadanía, la igualdad. Sólo quiero recordarle que cuando Ibarretxe pretendió algo semejante a lo que su Gobierno propugna para Cataluña (“Somos una nación, nosotros decidimos”) en esta misma Cámara se le dijo que una parte del pueblo español no puede decidir sobre la unidad territorial y política de la nación constitucional de la que forman parte, que es la única nación democrática. Ahora son ustedes mismos, los socialistas, los que encabezan la manifestación para romper el orden constitucional, pues eso es lo que usted le ha prometido a Montilla: analizar juntos el fallo del TC “por si hubiera que tomar alguna iniciativa para reforzar lo que es el esfuerzo de desarrollo del Estatut que hemos hecho”. O sea: burlar la sentencia. Como decía un leonés que sabía de democracia y Derecho, Gumersindo de Azcárate: “La ley debe ser ciegamente respetada y libremente discutida”. Usted, Presidente, debiera saber que sin ley constitucional no hay democracia. Usted, Sr. Presidente, ha liderado el fracaso de toda una forma de concebir la política; usted ha destruido lo que supuso el espíritu de la Transición, como si un país pudiera construirse en mitades contra mitades, en bloques identitarios, liquidando la ciudadanía y volviendo a la tribu. Y todo esto, ¿por qué y para qué? ¿Ha conseguido su política mayores cuotas de igualdad, justicia, educación, cohesión, competitividad… para los ciudadanos o para el país? No, todo lo contrario. Por eso insisto en que es la hora de emprender las reformas necesarias para construir la España del siglo XXI; una España en la que se imponga la defensa del interés general; en la que se ponga fin a las ineficiencias y a las duplicidades; en la que el Gobierno del Estado recupere la fuerza suficiente para garantizar los servicios esenciales y la igualdad de todos los españoles. Mario Onaindía publicó el 31 de enero de 2001 un artículo que tituló provocativamente “La Constitución es sagrada”. Sostenía Mario que había que interpretar el término sagrado en su sentido antiguo y laico, el mismo que aplicaba aquel gobernante romano que defendía que las leyes reguladoras de lo fundamental para la convivencia entre seres humanos debieran estar protegidas por una suerte de pacto de inviolabilidad. Desde esa perspectiva hay pocos valores democráticos que puedan considerarse sagrados. Pero alguno de ellos, como el derecho a la vida, a la libertad, a la justicia, a la igualdad ante la ley, lo son. Ya está bien de complejos. Es la hora de recuperar la ambición de país, de proclamar el patriotismo constitucional y de reivindicar la idea de la España democrática que tiene su origen en la Constitución del 78. Y sepa usted, Presidente, que aunque aún no hayan salido a la calle hay millones de españoles sin complejos que no van a permitir que usted ningunee sus derechos. Millones de españoles que sabemos que sin ley constitucional no hay democracia".
DISCURSO PARA EL DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN. 15/07/2010.

3 comentarios:

  1. A veces me pregunto si estos señores saben, que sabemos, que están haciendo el paripe... que ganan tiempo de elecciones en elecciones...

    Saludos

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  2. Dalo por hecho, I. Lo que ellos no se esperan es que un día, ojalá no muy lejano, nos demos cuenta de que no les necesitamos.

    Saluditos

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  3. Jajajaja pues la verdad es que ya estamos tardando!

    Saludos

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